Relato de un proceso de gestación subrogada
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¡Adopta, no compres!
En nuestra anterior entrada, "Continuación de nuestra historia: nuestro proceso se queda paralizado durante 8 meses", recibimos mucho hate en la red social X, en la que se nos juzgaba y criticaba de ser explotadores de mujeres, traficantes de menores, narcisistas, inmorales y todo lo peor de lo peor. ¡Ni que fuéramos Bin Laden!
Las personas que así nos calificaron encontraban la solución a los problemas reproductivos de cientos de parejas que recurren cada año a la gestación subrogada en un manido eslogan de campaña contra el abandono animal: ¡Adopta, no compres!
Qué sencilla solución, ¿verdad? Sin necesidad de informarse, documentarse, reflexionar sobre el asunto y formarse una opinión propia y argumentada es posible pronunciar la fórmula mágica que solventa este gran problema mundial... ¡y encima con una fórmula ya creada para el ámbito de las mascotas! Eso sí que es matar dos pájaros de un tiro. A veces pasa que tienes el tesoro ante de tus ojos y por puro despiste ni siquiera eres capaz de verlo.
Lástima que en este caso, y para desgracia de todos nuestros eruditos haters, la cosa no sea tan sencilla. En primer lugar porque en la gestación subrogada no se produce compra alguna. Argumento esta idea: para ser parte de un proceso de gestación subrogada los padres de intención tienen que pasar por pruebas médicas, psicológicas, sociales, largos tiempos de espera y mucha, mucha incertidumbre. Si algo caracteriza a los contratos que se suscriben en un proceso de gestación subrogada es la indeterminación del resultado que se obtendrá con los mismos, por considerarse contratos de esfuerzos y no de fines o resultados. Ninguna compra de un producto, sea el que sea (casas, productos financieros, bienes de lujo, perros peligrosos, armas, etc.) contempla un proceso tan estricto y psicológicamente exigente para el comprador como el que se vive en un proceso de gestación subrogada. A diferencia de una mera compra, la gestación subrogada es una técnica de reproducción humana asistida, como puede ser la inseminación artificial, la fecundación in vitro y sus complementos de donación de óvulos o espermatozoides. A las personas que recurren a dichas vías para cumplir su deseo de ser padres no se les garantiza que lo conseguirán, sino que se hará todo lo posible para facilitar que así sea. Si a las personas que precisan de la inseminación artificial, de la fecundación in vitro o de donantes de óvulos o espermatozoides para conseguir tener descendencia no se las califica de explotadoras, traficantes de menores o inmorales... ¿por qué habrían de serlo quienes recurren a la gestación subrogada? ¿no existen muchos elementos comunes entre estas técnicas reproductivas? ¿por qué unas son calificadas de "ayuda a la reproducción", reguladas y financiadas por las administraciones públicas y otras calificadas de "delito" y proscritas o prohibidas por las leyes?
En segundo lugar, no resulta aplicable al presente caso el mantra "¡Adopta, no compres!" porque, a diferencia de las mascotas, la adopción de niñas y niños comporta factores que es necesario estudiar y sopesar con detenimiento antes de lanzarse a la piscina de la adopción. Uno de ellos es la diferencia máxima de edad entre el niño o niña a adoptar y los padres que adoptan (mínimo 16 y máximo 45 años). Otro es el tiempo mínimo de espera para poder conseguir una adopción (entre 6 y 8 años de media para una adopción nacional y entre 2 y 5 años de media para una adopción internacional). Otro factor, no menos importante en nuestro caso, es la imposibilidad de hacer una adopción internacional en muchos países en el caso de parejas homoparentales. Al igual que en los procesos de gestación subrogada, para los procesos de adopción resulta necesario acreditar capacidad legal, salud física y mental, estabilidad económica, emocional y familiar, convivencia como pareja y además carecer de antecedentes penales. Además las personas que optan por la adopción deben realizar un curso de preparación para la adopción, en el que se les prepara para las situaciones que vivirán y para atender las necesidades de la persona adoptada.
Aunque poco se hable de esto, en las charlas informativas a las que se asiste al inicio del proceso de adopción y en los cursos posteriores de preparación para la adopción, se pone a los futuros padres ante realidades que en ocasiones son duras y difíciles de asumir, como es el hecho de que los niños que forman parte de procesos de adopción puedan presentar miedo al abandono, dificultades para generar un apego seguro con la familia adoptante, problemas de identidad, autoestima o de adaptación a la nueva familia o la escuela. Todo ello derivado de las vivencias previas que, aún habiéndolas vivido como bebés o de forma muy temprana, les marcarán el resto de su vida. Estas charlas ponen a los futuros padres ante situaciones límite, a fin de evitar la restitución o retirada del menor a las familias adoptivas, casos poco frecuentes pero que sí existen. ¿Y por qué se producen estas restituciones o retiradas de los menores? Por imposibilidad de las familias adoptivas de adaptarse a la realidad de acoger a un niño y proporcionarle un entorno estable y seguro para su desarrollo, por problemas de conducta de los niños adoptados, traumas o desajustes emocionales que dificultan la convivencia y que las familias no están capacitadas o no desean afrontar o por falta de preparación de las familias para afrontar las necesidades especiales que puedan tener los niños y a la falta de recursos o apoyo profesional.
Vemos a continuación cómo se ha tratado este asunto de la restitución o retirada de los menores a sus familias adoptivas en los medios de comunicación españoles:
La otra cara de la adopción: 1.400 niños 'devueltos' en España en 20 años
Los aspectos y desafíos derivados de los procesos de adopción, por las características especiales de los menores que participan en las mismas, confirman el valor y la valentía que los padres adoptantes demuestran cuando optan por esta vía para convertirse en padres y posteriormente en su día a día, tras integrar a los menores en sus familias. Admiramos y aplaudimos el coraje y esfuerzo de estos padres y nunca osaríamos criticar o despreciar su decisión. No obstante, no se puede exigir a todo el mundo que no pueda gestar a su descendencia por sí mismo (por su condición de hombre o por los problemas reproductivos que padece) que asuma o afronte los desafíos o dificultades extraordinarias que los procesos de adopción comportan. Y esta decisión, así mismo, merece ser respetada.
De lo contrario, la posibilidad de que los hombres o las parejas homosexuales masculinas tuvieran descendencia se limitaría a la adopción y a hijos que potencialmente podrían tener traumas previos o generar problemas futuros, lo cual no dista de la opinión que una persona de feminismo tan dudoso como Santiago Abascal manifestó en esta entrevista realizada en el programa El Hormiguero sobre la adopción por parte de parejas homosexuales:


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