Relato de un proceso de gestación subrogada
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Homofobia, bullying y educación
Llevo un tiempo dándole vueltas a la idea de escribir esta entrada. No estoy inventando la rueda con este tema, pero creo que es necesario exponerlo, ya que supongo que mis preocupaciones como futuro padre serán compartidas por muchos que se encuentren en la misma situación que Álex y yo.
He
leído testimonios de familias homoparentales que hablan de situaciones desagradables
que han vivido sus hijos en el colegio por el hecho de tener “dos papás” o “dos
mamás”. Debo aclarar que el bullying en la escuela no entiende de géneros, ni por
supuesto está siempre relacionado con cuestiones LGTBIQ+. Con esto quiero decir
que se puede dar por mil motivos distintos, pero obviamente lo que me ha
llevado a escribir estas líneas es lo que pienso que puede resultar más obvio
en nuestra futura situación, y es que señalen a nuestro/a futuro hijo/a por tener dos papás. Creo firmemente que
podemos cambiar esto a través de la educación: inculcando a nuestros hijos valores
tan importantes en nuestra sociedad como el respeto hacia las personas, la
tolerancia y manteniendo conversaciones abiertas sobre la diversidad familiar y
la homofobia. O lo que es lo mismo: mostrarles la realidad que les rodea, por
mucho que algunos intenten ignorarla o negarla.
Esa
pareja heterosexual que lleva años junta, como pueden ser mis padres por poner
un ejemplo cercano, que se quieren, que en su momento estaban ilusionados por
crear una familia, compartir sus vidas, vivir experiencias juntos, educar a sus
hijos, verlos crecer, envejecer juntos… esa sensación es exactamente la misma
que tengo yo con mi pareja. No hay ninguna diferencia, repito, ninguna.
Sin
embargo, nosotros tenemos que pasarnos la vida “saliendo del armario” de manera
constante cada vez que alguien da por sentado que tu pareja es una mujer,
soportar miradas y murmullos, llevando cuidado de en qué situaciones una simple
muestra de cariño puede desembocar en una discusión, una pelea, o una paliza.
Además, en el caso de los hombres, crear una familia nos supone o bien adoptar
u optar por la gestación subrogada, proceso que tenemos que llevar a cabo en
otro país, lo que supone una nueva “salida del armario” y tener que aguantar
que te señalen porque “te estás comprando un bebé”. Y por si fuera poco, la
religión y la política rara vez suelen
ser de ayuda.
Reconozco que estas cosas me dan un poco igual, ya que si le tengo que coger de la mano a mi pareja, darle un beso o ignorar comentarios malintencionados de la índole que sea, lo hago, pero es inevitable que a veces reflexione sobre ello y piense: ¿por qué? Es una lucha constante; tan constante como necesaria.
Estoy totalmente convencido de que la clave de todo es poder hablar abiertamente con nuestros hijos cuando son pequeños. Entiendo que no todo el mundo puede estar totalmente de acuerdo, así que no puedo esperar que todos los padres hablen con sus descendientes sobre estos argumentos, pero sí que tengo la sensación de que aquellos que sí que apoyan estos temas no lo hablan lo suficiente, bien porque piensen que es un tema tabú o porque crean que sus hijos son demasiado pequeños. Pero cuando se es un niño, es más fácil absorber lo que tus padres te dicen, es mucho más sencillo que el mensaje cale lo suficiente como para que se retire el velo que cubre todo lo que ahora mismo parece tan raro, tan fuera de lo normal (como si alguien realmente supiera qué es lo normal). Y ese mensaje tiene tres ingredientes que todos queremos para nosotros mismos y para nuestras familias: respeto, amor y comprensión. Así que algo así no debe considerarse ni nocivo, ni un tabú.
Como
comenté al principio, mi opinión no es nada transgresora, ni novedosa, ni estoy
inventando nada nuevo. Pero a veces lo más obvio parece que se nos escapa de
las manos y merece la pena recordar que el amor es el amor independientemente
del género de tu pareja, y que la diversidad familiar no es ninguna amenaza,
sino la realidad. Cuestionar los prejuicios y optar por una educación inclusiva
son las herramientas que nos pueden llevar a un cambio cuyo objetivo es que
todas las familias se sientan aceptadas, respetadas e igual de válidas que
cualquier otra, y es nuestra labor como adultos hacer que las nuevas
generaciones lo comprendan y construyan un mundo mejor para todos.
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